Miro mis manos rugosas cual hojas envejecidas, están mustias, no dormidas siempre activas y afanosas, si recuerdo una piel rosa hay tristeza, no amargura el ánimo ya me augura que vuela la juventud y llega la senectud tan de prisa, que es tortura
Soy una maestra que en realidad, nunca se ha jubilado. Creo en la poesía como un medio de expresar mis sentimientos e ideas. Mi corazón no tiene edad...
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