viernes, 21 de diciembre de 2007

Testimonios de una alfabetizadora cubana en el difícil 1961



A 46 AÑOS DE UNA HAZAÑA....


El 22 de diciembre de 1961, Cuba se proclamó Territorio Libre de Analfabetismo.

En sólo un año, por campos y ciudades, jóvenes –algunos casi niños– llevaron la luz de la enseñanza a miles de personas olvidadas de la isla.

No sabía que estaban haciendo historia; pero la hicieron sin reparar en ningún sacrificio. Y fue un año difícil, muy difícil.

En enero (el día cinco), las bandas contrarrevolucionarias del Escambray, en Las Villas –centro de Cuba– habían matado al brigadista Conrado Benítez García, de apenas 18 años.

En abril, en medio de la campaña alfabetizadora, se había producido la invasión de tropas mercenarias entrenadas y financiadas por los Estados Unidos, a Bahía de Cochinos (Playa Girón y Playa Larga). Sería la primera gran derrota del imperialismo.

En noviembre (26), esas propias bandas, asesinaron salvajemente al campesino Pedro Lantigua y al brigadista Manuel Ascunce Domenech. ¡Dios, el maestro sólo tenía… 16 años!

Aquellos alzados, aquellos asesinos serían barridos en la épica Lucha contra Bandidos.

1961: un año difícil y glorioso.

Cada 22 de diciembre se conmemora en Cuba el Día del Educador.

Buena fecha para volver con una de esas protagonistas, Caridad Pineda Anglada.

Ostenta, por sus aportes pedagógicos en más de cuatro décadas de amor, la Medalla de la Alfabetización, la Distinción Rafael María de Mendive y la Distinción por la Educación Cubana.

Su sencillez conmueve.

Fue maestra de escuela privada y maestra sustituta de escuelas públicas, antes de iniciar su largo paso como maestra titular de la enseñanza primaria.

También ejerció como subdirectora de un internado, guía de pioneros y maestra de maestros en cursos de superación.

Toda una generación de alumnos sigue reverenciándola.

Vive con su familia en las afueras de Santiago de Cuba. Ya está jubilada y los años no le han borrado la memoria. Un mar de emociones sigue batiendo olas.

“Alfabeticé en El Asiento de Juan Mulato[1]… La primera vez que llegué a aquel lugar, fui acompañada por mi padre. Nací en la ciudad de Santiago de Cuba, y casi nunca había visitado el campo… llegué con zapatos de tacones altos, y las compañeras que vivían allí me dijeron que ese no era el vestuario adecuado. Comprendí que debía comenzar a usar botas y otro vestuario para impartir mis clases.

“Tengo muchos recuerdos de aquellas personas que estaba tan deseosas de empezar a aprender, y me sentía muy contenta de saber que yo podía transmitirle esos conocimientos.

“Tenía que subir montañas y otros lugares escabrosos y montar a caballo, cosa que aprendí allí pues nunca lo había hecho. Las distancias eran largas...

“Primeramente alfabeticé a la compañera cocinera de la casa, y también a otras personas del barrio. En el lugar donde yo me encontraba, había un campamento cerca donde estaban los compañeros brigadistas Conrado Benítez. Asesoré a varios brigadistas, yo y los maestros que estábamos allí, porque teníamos algunos años más que ellos… unos eran de Santiago de Cuba y otros de las Villas”[2].

“Había una cartilla que se le daba a los alumnos, y un manual para guiarse. No existían horarios ni tiempo fijo, sino que se visitaban las casas de los campesinos y allí mismo se les impartían las clases. Teníamos un farol chino para cuando fuera de noche. Esas eran las tres “armas” del brigadista”.

-¿Alguna vez sintió miedo de que le pasara algo?

“¿Miedo?... Nunca sentí miedo. Yo no pensaba en eso”.

-¿Cómo describiría ese momento en que alguno de sus alumnos descubre que ya sabía leer y escribir?

“Recuerdo que la primera vez que esa muchacha tan joven y graciosa, que no sabía aún poner su nombre, empezó a escribir, una lágrima se escapó de sus ojos… y yo también, al unísono, tenía deseos de llorar y de reír también, porque ya esa muchacha podía escribir su nombre dondequiera que ella se encontrara”.

-¿Cómo fue aquella celebración en La Habana de Cuba como territorio libre de analfabetismo?

“Eso fue algo maravilloso...

“A nosotros, los que partimos de Santiago, nos prepararon unos vagones de ferrocarril: eran de carga, acondicionados con tablones y techos de guano. Demoramos casi dos días en llegar, pero con mucha alegría. Recuerdo que en los distintos lugares había puestos de médicos para atender a algunos brigadistas que presentaran alguna enfermedad…

“En la Plaza José Martí, oímos a nuestro líder, Fidel Castro, después de haber hecho un desfile. Ahí escuchamos su voz declarando a Cuba libre de analfabetismo. ¡Qué felicidad para todos nosotros haber contribuido a que eso sucediera!”

-¿Usted pensó que estaba haciendo historia…?

“No. Yo en aquellos momentos sólo pensaba en llevar a parte del pueblo de Cuba, la educación, lo que nosotros habíamos aprendido poderlo transmitir a todo aquel que lo necesitara”.

-¿Qué le dio a cambio cuatro décadas de trabajo en una labor hermosa, pero sacrificada como es la enseñanza?

“Bueno, siempre he pensado en una frase que dijo Martí: Ser maestro es hacerse creador, y yo toda mi vida pensé en ser un gran creadora; pero creadora de mentes sanas en cuerpos sanos”.

(Entrevista realizada por Reinaldo Cedeño)

Himno de las Brigadas Conrado Benítez
Autor: Eduardo Saborit


¡Cuba! ¡Cuba!
¡Estudio, trabajo, fusil!

¡Lápiz, cartilla, manual!
¡Alfabetizar, alfabetizar! ¡Venceremos!


Somos las Brigadas Conrado Benítez,
somos la vanguardia de la Revolución,
con el libro en alto cumplimos una meta,
llevar a toda Cuba: la alfabetización.

Por llanos y montañas el brigadista va,
cumpliendo con la Patria,
luchando por la paz.

¡Abajo imperialismo, arriba libertad!
Llevamos con las letras la luz de la verdad. [3]

¡Cuba! ¡Cuba!
¡Estudio, trabajo, fusil! ¡Lápiz, cartilla, manual!
¡Alfabetizar, alfabetizar! ¡Venceremos
![4]


Notas
[1] Sitio de la serranía oriental cubana al suroeste de Palma Soriano, actual provincia de Santiago de Cuba. El lugar está marcado por la historia: en 1878, se desarrolló cerca de allí un combate entre las tropas del Ejército Libertador cubano, al mando del Mayor General Antonio Maceo (acampadas en el lugar), y el Batallón de Cazadores de Madrid.

[2] En esos años y hasta 1976, en que sobrevino una nueva división político-administrativa del país, Cuba estaba dividida en sólo seis provincias: Pinar del Río, La Habana, Matanzas, Las Villas, Camaguey y Oriente.

[3] Según testimonios de varios brigadista, este verso también era cantado como “Llevar a toda Cuba la luz de la verdad”.

[4] “Himno de las Brigadas”, en Lecturas Literarias 6. Grado, Editorial Pueblo y Educación, La Habana, 1978. En otras páginas he hallado variantes que no se corresponden al original del autor.

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