Caridad Pineda Anglada
Quiero alegría en mi ocaso, no aspiro a sea tristeza que embarga, hijos míos, nietos amados. No, no me aten; no me depriman, detesto esa monotonía: ¿desayuno?, ¿almuerzo?, ¿comida?... Quiero andar con las tribulaciones de mi edad de las manos; continuar amándolos; a la naturaleza, al mar, al aire, la poesía, la música, la danza, los amigos, los parques, las calles; conversar sobre mi pasado, presente y futuro, si alguien me presta atención por un vez.
Ya gobiernan sus vidas. Permiso para vivir la que me queda.
Sólo pido ayuda si creen que la merezco, cuando puedan intuir –si tienen vista–, el instante en que esté muriendo.
(16 de octubre de 2005)
martes, 22 de enero de 2008
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